¡Hola!
En serio, Tatiana es la jefa, la que se pone seria, metódica en el trabajo, con rituales estrictos de almacenamiento de fotos postboda. Es la que con su madurez, montó esta empresa de fotografía de boda que empezó con su primer trabajo al cumplir 22 años. Tatiana es perfeccionista, aprieta los dientes antes de delegar y trabaja como la seda bajo presión. Es autoexigente y le cuesta reconocerse el trabajo bien hecho.
Tati, en cambio, es tranquila, romantica, quisiera haber nacido en los 50 para vivir los 70 de la super 8. Es la que organiza saraos con sus amigas, viajes interrail y si puede no para en casa. Se mueve por la ciudad con la bici de su abuela, le gusta escuchar a la gente y reírse de su sombra. Tati es de pueblo, le encanta el amor, la proximidad y la calma que eso significa. Cada domingo vuelve a casa para comer el plato que le sabe a hogar: caracoles con allioli, conejo, patata y habas. Es tan de pueblo que se ha tatuado la flor de manila en su brazo, y de tan grande que es, casi puede oler su aroma. Es su cuarto tattoo y habrá más. Eso en los 70 hubiera cantado mucho. Cantar, mira, eso también le gusta.
En definitiva, que cuando sea mayor, viviré en la montaña, en un pueblo. Pero ahora me encontraréis en La casa de Fusta de Lleida.